11 julio 2009

En el ataúd al frente


las coronas sin flores,
pero con nombre,
alrededor la tristeza
para las flores
que no alcanzaron a nacer,
y mucho menos a plantarse.
No hay mas que un doliente.
Sus labios quebrados por el ritmo
que no se desarrolló
van rezando la ausencia del
camino recorrido en la esperanza
con lagrimas en rosario por la tumba
que cavar para nadie,
que cavar para el cadáver
que nunca nació.
al paso Pellicer pregunta
desde el mar-recuerdo:
-“¿De qué estas nostálgico
si nunca has visto nada?”
y contesto sin dejar de cavar:
- De lo que fue, y que ya pasó,
de ese huracán de luz.
Pero la duda llena de callos mis manos
mientras voy escarbando la tierra
que nos comerá.
Pellicer declara:
“Las respuestas van desnudas por
las preguntas asesinadas”
De tu lado,
forza que
me abandonas,
está vació el lecho,
ya sin flores
ni plegarias,
ya sin esperanzas.
De mi lado
mi cadáver todavía
fresco y algo vivo.


29 junio 2009

Viudez

Caminar junto a ti, en las mañanas brumosas del verano; cubierta con un delgado abrigo, y debajo una blusa escotada para cuando salga el sol...

Te recuerdo fríamente, como si estuvieras muerta, y en mi viudez, de golpe se borra todo lo bueno y lo malo, quedando únicamente un recuerdo puro, sacro, como una imagen de dios, donde se coagula tu esencia.

Amo esa esencia, amo tu muerte, y mi viudez me resulta fascinante




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06 junio 2009

La persistente presencia de la muerte

Mucho se ha dicho acerca del escaso temor que los mexicanos le tenemos a la muerte. Nada más falso.

Después de la guerra de 1910 el nuevo régimen buscaba dotarse de identidad, y con ello, legitimarse, en aras de eso, conjuró una serie de elementos que han bautizado a lo mexicano.

Los mariachis, los aztecas, las adelitas, el mole, el tequila son arquetipos de lo mencionado.


El día de muertos es otro. Si bien en las comunidades indígenas existe esta celebración en una forma relativamente coherente, en las regiones urbanas se ha expresado como una suerte de imaginerías que tiran en todas direcciones y con diferentes magnitudes.

En esos días se dice que los mexicanos nos reímos de la muerte, en esos días se dice que no tememos morir, en esos días se dice que la muerte es dulce.

Cierto es hoy que hay un persistente presencia de la muerte, acicateada por los medios de comunicación que dan cuenta de la mal llamada "guerra contra el narcotrafico".


Yo no veo que la población se ria de la muerte que le venden por radio y televisión. Hoy el Estado utiliza (consciente o no) la presencia de la muerte como antaño parece haberlo hecho los mexicas: para detentar el poder.

Salvando las diferencias, hay un manejo ideológico, con sello de clase, del tema de la muerte.


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