Cada que se acerca el Día de Muertos reaparece el debate para definir su verdadero origen. ¿Por qué esta urgencia en defender si sus raíces son prehispánicas o coloniales? Siento que de la respuesta depende su autenticidad.
Hubo quién se atrevió a decir que "deberíamos agradecer a España por el Día de Muertos". Si esto fuera cierto, ¿por qué España no es reconocido mundialmente por las festividades de Todos Santos y Fieles Difuntos? ¿Qué le da entonces su característico color?
¿Entonces su origen es prehispánico? No hay evidencia que lo conecte directamente, aunque en la praxis cultural así se siente porque el discurso nacionalista de la antropología pone al frente las calaveras talladas en piedra, los tzompantlis y todo aquello que alimenta el eslogan de "el mexicano juega con la muerte, no le teme".
Museo Nacional de Antropología |
¿Cómo es posible que una festividad auténticamente mexicana necesite cada año notas del tipo "Conoce el verdadero origen del Día de Muertos", ¿De dónde viene el Día de Muertos?, "Aquí están todas las fechas del Día de Muertos que debes conocer".
Aquí hay un componente que se obvia, un factor que se niega, oculta o ignora. El Día de Muertos es una festividad católica indígena. Tiene su origen en los días de Todos Santos y Fieles Difuntos, que están circunscritos a la religión católica, pero todo su espíritu y ejecución toma cuerpo de las cosmogonías de las naciones indígenas, las cuales están más allá de un pétreo y romántico pasado prehispánico. Y naciones indígenas hay muchas y están más allá que etiquetas como aztecas, oaxaqueños, mayas etc. Por esta simple razón sería imposible hablar de un origen único del Día de Muertos.
Hoy en día la popularidad del Día de Muertos es innegable, aunque también debemos señalar que fue despojada de todo su sentido y quedó sólo un colorido maquillaje de calavera, muy útil para productos de franquicias de juguetes, ropa e incluso películas norteamericanas.
Coco, Disney 2017 |
Como reacción a esta popularidad existe un llamado a "la conservación de nuestras tradiciones", así como la presunción del ejercicio de "una tradición viva", sin dejar de señalar la importancia de "mantener la memoria de los ancestros". Pareciera que existe una defensa activa y de profundo conocimiento, sin embargo, pero algunas situaciones podrían desmentir esto.
Hace algunos años en redes sociales surgió la propuesta de una fecha para recordar a las mascotas, que además está muy alejada del primer de noviembre. Entiendo que las festividades cambian con el tiempo y se adaptan a la sociedad que las vive, pero que la fecha propuesta haya sido ampliamente aceptada, ¿no entra en contradicción con la idea de que es una milenaria tradición de profunda raigambre mexicana?
El borrado que el Estado ha hecho a las naciones indígenas se manifiesta también en la desaparición de algunas ideas del Día de Muertos, así como también en la apropiación de otros elementos, por esta razón se desconocen cosas como fechas, tiempos y modos de esta ceremonia.
Por eso voy a compartir mi tradición con ustedes. El altar de muertos que mi abuela me legó, y que mi madre mantuvo vivo con su ejemplo. Se pone sobre una mesa común, no lleva niveles, calaveras, adornos o fotos, ni siquiera necesita flores de cempasúchil.
Foto real de la ofrenda de mi abuela, circa 2000 |
En la madrugada del día primero llegan todas las almas pequeñas (o sea desde la noche del 31), que son las de los niños y otros seres inocentes, quizá también animales. Se les prepara atole, pan y algún dulce elaborado con fruta de temporada. Se prenden velas para mantenerlos calientes y se les espera acompañando la ofrenda. No es necesario poner caminos de flores, ellos saben llegar porque uno está rezando junto al altar.
El día dos llegan las almas de los grandes. Se sirve el mole, o un guiso de puerco con chilacayote, se pone un vaso de pulque y también se les acompaña. Con ellos se platica un poco más, se les cuenta como ha sido el año para la familia y se reza por ellos para interceder por su perdón. Tan importante es la comida como pasar la noche rezando junto al altar. Al otro día había que ir al panteón para arreglar las tumbas y colocar flores.
Tardé años en entender esto que ahora leen y muchas veces intenté escribirlo pero el coraje de ver que el Día de Muertos se había reducido a un simple checklist de lo mexicano (tamales, tequila, mole, fotos, alebrijes y muchos cempasúchil) me entristecía y replegaba.
Lo que busco aquí es esclarecer algunas ideas, marcar un rumbo y señalar un proceso. No quiero regañar y confrontar a la gente, mi intención no es la de pontificar y avergonzar. Sólo quiero llamar la atención e invitar a que velen la ofrenda en sus altares, acompañen a sus muertos aunque sea un ratito.