cuánta mansedumbre de cielo abierto
Crecen las horas como helechos desmayados
y se puede escuchar el palpitar de una paloma
y se puede escuchar el palpitar de una paloma
Sobresale en la punta de mis labios el silencio
Sé que no me atreveré a pronunciar tu nombre
No tengo el arrojo para siquiera musitarlo, aunque
mi lengua arde por paladear la primera letra
Sé que no me atreveré a pronunciar tu nombre
No tengo el arrojo para siquiera musitarlo, aunque
mi lengua arde por paladear la primera letra
Quisiera gozarlo, dentro de mí, como una uva,
pero no es posible escapar de este reposo sofocante
pero no es posible escapar de este reposo sofocante
No hay comentarios :
Publicar un comentario